En cualquier categoría dentro del deporte motor, el nivel de ingeniería que está presente en cada uno de los vehículos de carreras es el más elevado, y todo debe de funcionar a la perfección, pues de ello depende buena parte del éxito y triunfo en una carrera o del fracaso total, y más tratándose de una disciplina como la del WRC, en la que los autos son sometidos a un desgaste radical en cada competencia y sobre cualquier superficie, por eso no sólo debe de ser eficiente en todos los aspectos, sino además, muy resistente.
Para esta temporada, Hyundai desarrolló un vehículo que toma como base un i20 de producción en serie, el cual fue reacondicionado para soportar las condiciones de manejo más agrestes. Por fuera nos encontramos con una agresiva carrocería en la cual, cada componente aerodinámico y de refrigeración es funcional.
Cuenta de ello es el enorme alerón ubicado en la parte superior de la cajuela, el cual agrega carga aerodinámica al eje trasero sin sumar peso, lo cual mejora la estabilidad del coche a altas velocidades. Lo mismo sucede con los deflectores frontales, los cuales desvían la trayectoria del viento para que la resistencia contra el viento sea la mínima.
La enorme parrilla frontal se encarga de engullir la mayor cantidad de aire para refrigerar el motor de cuatro cilindros 1.6 litros turbocargado que vive bajo el cofre, al cual, los ingenieros de Hyundai consiguieron extraer 380 caballos de fuerza y 331 libras-pie de torque, acoplado a una transmisión secuencial de seis velocidades, la cual ejecuta cada cambio de marcha en cuestión de milisegundos.
Debemos considerar que el motor de este coche debe derivar directamente de los que utilizan los modelos de producción en serie, con ciertas modificaciones para poder generar más potencia y soportar la exigencia a la que es sometido en las largas jornadas de cada rally. La fuerza motriz que produce el bloque llega a las cuatro ruedas por medio de un diferencial central y puede acelerar de cero a 100 km/h en cuatro segundos.
Para reducir el peso y detener la báscula en 1,190 kilogramos de peso, la carrocería del i20 está hecha de acero y de paneles de fibra de carbono, mientras que por dentro equipa una jaula de seguridad homologada por la FIA, para asegurar una estructura segura que pueda proteger tanto al piloto como al navegante en caso de una volcadura o un impacto severo.
Finalmente, y no menos importante, se encuentra el exhaustivo trabajo hecho en la suspensión y en el equipo de frenos, con un desarrollo específico, pues deben garantizar una gran estabilidad y absorber todos los impactos provocados por los obstáculos en el camino y responder de manera precisa e inmediata, pues en gran parte de los tramos cronometrados fácilmente se superan los 170 km/h.