Desde que los motores turbocargados comenzaron a hacerse más populares en la era moderna de Mazda, presente en los modelos Mazda 6, Mazda CX-5, Mazda CX-9 y próximamente en la CX-30, muchos entusiastas en nuestro país imploraban que este motor se le montara al Mazda 3, y la buena noticia es que ese día llegó.
Para conocer su desempeño, la firma japonesa nos convocó al autódromo Miguel E. Abed, un trazado exigente que no debe tomarse a la ligera, pues ofrece curvas de todo tipo capaces de exprimir al máximo cualquier vehículo.

Pero antes de seguir debemos recalcar que la firma japonesa no pretende traer a la vida su división deportiva MazdaSpeed, ni tampoco es su intención incursionar en el segmento de los hothatches con este modelo. Lo que realmente busca es ofrecer un vehículo con un manejo más ágil, con una capacidad de respuesta más instantánea, y que resulte un vehículo eficaz al momento de enfrentar largos viajes en carretera.
Aclarado lo anterior, estéticamente no encontremos enormes en el Mazda 3 Hatchback Turbo algún kit aerodinámico específico o algún otro accesorio específico, pues los únicos elementos distintivos son los rines de aluminio de 18 pulgadas y carcasas de los espejos en negro y los emblemas AWD y Turbo.

En el interior tampoco hay diferencias con respecto a un Mazda3 con motor atmosférico, pues seguimos encontrando un ambiente premium con materiales, ensambles y acabados de gran calidad, aunque, tras poner el motor en marcha y encaminarnos hacia la pista, notamos un sonido del motor más vivo y deportivo.
Si bien bajo el cofre se encuentra un motor turbo de cuatro cilindros de 2.5 litros que genera 227 caballos de fuerza y 310 libras pie de torque, lo cierto es que los ingenieros de la firma japonesa realizaron algunos ajuste ligeros al resto del tren motriz, como la instalación de un sistema de tracción integral AWD, que administra la potencia que llega desde el motor, pasando por una transmisión automática de seis velocidades con modo manual.
A esto también se suman una puesta a punto más deportiva tanto la suspensión como en la dirección, y para mantener una temperatura de trabajo ideal del motor, el aire del múltiple de escape pasa primero por un radiador para reducir su calor y que llegue más fresco a la turbina del turbocompresor.

Todo comienza a cobrar sentido cuando presionamos el pedal del acelerador a fondo, pues de inmediato se siente una respuesta contundente, algo que se acentúa aún más cuando activamos el modo manual en la transmisión y nos encargamos de hacer los cambios de velocidad a través de las paletas ubicadas detrás del volante.
La entrega de fuerza inicia desde la parte baja del tacómetro y se mantiene hasta pasadas las seis mil revoluciones por minuto. Nada de este comportamiento sería tan completo si no fuera por la puesta a punto de la suspensión, la cual elimina casi en su totalidad el balanceo excesivo de la carrocería en los giros rápidos, pero que al mismo tiempo no resulta en ningún momento incómoda.
La dirección sigue sorprendiendo por su precisión, mientras que el conjunto guarda un gran equilibrio al realizar cambios bruscos de dirección. Si bien los frenos no tienen una orientación deportiva, eso no significa que sean poco tolerantes al castigo que les dimos al disminuir la velocidad con rapidez, pues el tacto se mantuvo igual durante toda la jornada de manejo.

El Mazda 3 Hatchback Turbo no viene a abrirse paso entre los rivales alemanes y japoneses, lo que pretende es mantener la receta de un hatchback familiar, pero que está dispuesto a brindarte una sonrisa cuando deseas provocar el acelerador, y lo mejor es que toda la tecnología que ello implica, como el control de tracción y estabilidad, te dan toda la confianza para hacerlo.
El Mazda 3 Hatchback Turbo está disponible en nuestro mercado en dos versiones: S Grand Touring, por un precio de $489,900, mientras que la variante Signature, la más equipada, tiene un precio de $529,900.