La Volkswagen Teramont nos demostró que el espacio interior de un vehículo es importante y, sobre todo, cómo aprovecharlo de la manera más eficiente.
No hay duda de que la Teramont fue concebida para recorrer grandes distancias con toda la comodidad posible. Lo decimos por la gran calidad de marcha que vivimos con cada kilómetro recorrido en nuestra prueba por carretera.
Desde el asiento del conductor, la postura es elevada y la vista a través del parabrisas ofrece un amplio panorama, además la gran dimensión que ofrece el habitáculo para hacerle espacio a tres filas de asientos siempre estarán dispuestas a consentir a todos los ocupantes sin importar su complexión.
Esto es posible gracias a sus más de cinco metros de largo, 1.98 de ancho y 1.76 de alto, pues permite que el espacio de la tercera banca de asientos sea completamente utilizable y confortable, sin que la cabeza de un adulto toque el techo o que el respaldo de la segunda fila torture sus rodillas, y lo mejor es que los 583 litros de espacio disponibles en la cajuela quedarán intactos.
El volumen de la zona de carga puede crecer hasta 1,571 litros con el respaldo de la tercera fila plegado y superar los 2,740 litros con la tercera y segunda filas abatidas, dejando una superficie completamente plana en el interior. Es justamente esa habitabilidad la principal carta de presentación con la que la Teramont buscará abrirse paso en un segmento muy nutrido en el que encontrará a su paso propuestas que llegaron temprano a la fiesta y que ya se han posicionado.
Estéticamente, sus líneas de carácter son rectas y le otorgan a la carrocería una geometría cuadrada. Sin embargo, es esa forma la que le permite ofrecer un espacio generoso en el habitáculo. Ya en movimiento los 285 caballos de fuerza que el motor V6 3.6 litros atmosférico produce empujan con solvencia, gracias al respaldo de una transmisión automática de ocho velocidades que gestionan la fuerza al eje delantero.
Es fácil mantener una velocidad constante sin que el motor pierda el aliento, trazando con buena precisión la trayectoria de la carretera y disfrutando de un interior silencioso, que sólo permite que el sonido de las bocinas del sistema de audio Fender llegue hasta nuestros oídos.
El trabajo de la suspensión se percibe de inmediato, pues absorbe con mucha suavidad y eficacia todas las imperfecciones del asfalto, sin embargo, se percibe un balanceo un tanto excesivo al entrar a una curva debido a las fuerzas laterales que suponen más de dos toneladas de peso. Eso sí, los 20 centímetros de altura de la carrocería con respecto al piso nos permitieron enfrentar con confianza encharcamientos producto de las intensas lluvias que hemos experimentado en recientes días.
En ciudad descubrimos que su carrocería es grande, sobre todo en calles donde los carriles los han hecho cada vez más estrechos con el paso de los años. Afortunadamente equipa un sistema de asistencias que facilitan las maniobras de estacionamiento y de manejo, como la cámara de reversa que proyecta en la pantalla de ocho pulgadas del sistema de infoentretenimiento una imagen de 360 grados.
A esto se suman los sensores que, mediante alertas acústicas, advierten de la proximidad de cualquier objeto. Si se trata de viajar con comodidad, la Teramont cumple con lo que promete, con un interior de calidad dotado con todas las amenidades para que la experiencia sea placentera. Y esa, es su mayor apuesta.
Está disponible en cuatro versiones y dos motorizaciones: la de entrada, la Trendline, la única impulsada por un bloque de cuatro cilindros 2.0 litros turbocargado, tiene un precio de partida de 669,990 pesos; le siguen Comfortline por 724,900 pesos; Comfortline Plus por 779,900 pesos y en la cúspide se encuentra la Highline, que cuesta 859,990 pesos.