Mercedes-Benz nos convocó para poner a prueba las más recientes joyas de la ingeniería sobre ruedas que su departamento de alto rendimiento ha creado.
Aunque no lo creas la intimidación se puede definir con un color verde y vamos a explicarte la razón. Estamos en el autódromo Miguel E. Abed en Puebla, tratando de controlar nuestra respiración agitada, pues estamos a punto de ponernos tras el volante de una auténtica bestia salvaje: el AMG GT R.
Es imposible no tomarse unos minutos para admirar el impresionante trabajo de aerodinámica puesto sobre la carrocería de un vehículo que de por sí ya es un imán que roba las miradas a su paso.
Para convertir al AMG GT R en el rey del aire, los ingenieros colocaron, entre otras golosinas, un enorme alerón trasero construido con un núcleo de carbono que puede agregar 40 kilos de carga aerodinámica a 250 km/h.
En la parte frontal, este misil alemán equipa un juego de alerones ubicados en la toma de aire inferior de la fascia que se abren o cierran ya sea para mejorar la refrigeración del motor o para mejorar el flujo de aire. Pese a todo este arsenal, el GT R es 15 Kg más ligero que el GT S.
Si el exterior te dejó impresionado, el habitáculo te dejará con la boca abierta, pues de inmediato percibirás un fuerte olor a coche de carreras, con todas esas cubiertas confeccionadas en fibra de carbono, asientos deportivos de tipo cubo y, por supuesto, un volante forrado en alcántara con el sello AMG.
Pero también tendrás la sensación de pilotar un caza bombardero cuando observes la consola central, con todos esos botones y perillas que sirven para manipular el carácter del auto, así como por la suculenta palanca de velocidades que la corona.
MANOS AL VOLANTE
Pisamos el acelerador a fondo y la respuesta del propulsor es inmediata y contundente, y no es para menos, pues bajo el cofre reposa un bloque V8 4.0 litros biturbo que genera 585 caballos de fuerza.
La dirección es rápida y de inmediato percibes que el auto se siente “a gusto” en el circuito, al tiempo en que hace que te hierva la sangre. El comportamiento del motor es tan bueno que comenzamos a cuestionarnos si habrá algún otro propulsor turbo cargado que suene mejor.
Para lograr un mejor equilibrio de pesos debido a que el motor se encuentra al frente, Mercedes colocó la transmisión automática de siete velocidades con modo manual en el eje trasero, de esta forma se logra un reparto de masas de 47/53. Si a esto le sumamos el sistema de dirección en las ruedas de atras, el GT R logra pegarse al pavimento en las curvas de tal manera que parece que lleva un gancho que lo mantiene pegado.
Con los ojos puestos en cada curva del trazado poblano, con los oídos disfrutando con el sonido que sale por el sistema de escape y que se filtra al interior del habitáculo, y la suspensión conteniendo de manera eficaz el balance de la carrocería debido a las fuerzas laterales en los giros, no cabe duda de que el GT R está en su jugo, y nosotros con él.
Del mismo modo que resulta alcanzar velocidades de infarto, lo es también contener su ímpetu, pues equipa un sistema de frenos cerámicos de alto rendimiento que parecen incansables y que reaccionan al toque del pedal.
Tras bajarnos de esta máquina de aceleración de cuatro millones de pesos, la sensación de satisfacción es inmediata, pues acabamos de experimentar un vehículo que se percibe orgulloso y seguro de sí mismo, y que resulta tan intimidante como la pintura Green Hell Mango que viste su carrocería.
MERCEDES AMG GT R EN NÚMEROS
585
CABALLOS DE FUERZA
es la potencia que produce el motor V8 biturbo que lo impulsa
318
KM/H
es su velocidad máxima
3.6
SEGUNDOS
es el tiempo que le toma al GT R acelerar de cero a 100 km/h
40
KILOS
de carga aerodinámica agrega el alerón trasero al eje posterior a 250 km/h
7:10
MINUTOS
fue el tiempo que registró por vuelta en el circuito de Nürburgring